Historia del turrón

Los inicios

Según mi amigo, conciudadano y cronista oficial de Jijona Don Fernando Galiana Carbonell, no se sabe a ciencia cierta cuando empezó a fabricarse el turrón en Jijona, pero basándose en la copiosa documentación de que se dispone, antes del siglo XIV ya se conocía el turrón y las comunidades hebreas o sarracenas lo fabricaban burdamente, elaboraban una pasta parecida al turrón de Jijona que denominaban Halva. Los mudéjares hacían una mezcla formada por miel y semillas oleaginosas, como el ajonjolí, la nuez o la almendra.

El azúcar en los siglos XIV y XV, es conocido, según el agrónomo musulmán Abbu-Zaccaria, ya que la caña de azúcar la trajeron los árabes a España desde Sicilia, y el viajero Tomás Munzer, de nacionalidad germana, se maravilla como los moriscos valencianos fabrican el azúcar denominado Cande, (años 1494-96).

Pues bien, tenemos vestigios, que en la parte sur del término de Jijona, había trapiches, para moler la caña de azúcar, que se recolectaba en la partida llamada Monnegre, regada por el río Verde, que en los tiempos de Felipe II, se construyó el pantano mas antiguo de España, proyecto atribuido al arquitecto Antonelli.

Respecto a la miel, nuestros montes circundantes, son y han sido pródigos en la producción de la flor del romero, que conseguían una producción de una miel sin igual, cantada por historiadores como Escolano, Diago y otros.

La almendra, ese fruto seco sin igual y que constituye la base del turrón

Se cultivó desde tiempo inmemorial en nuestra comarca. Sin la almendra, jamás se hubiese podido hacer el turrón de Jijona, o éste hubiese dejado de ser lo que es, un producto delicioso y delicado, destinado en la antigüedad como regalo y presente en las mesas de reyes y príncipes.

En Jijona pues, como hemos visto, abundaba la almendra, la miel y también se cultivaba y fabricaba la caña de azúcar, tenían todos los ingredientes de que se compone el turrón, y por añadidura el jijonenco es eminentemente laborioso y tiene espíritu mercantil. Comienza a fabricar el turrón, (siglos XVI al XVIII), dándonos prueba de ello D. Antonio Martínez Montiño, cocinero del Rey Felipe II, y al mismo tiempo escritor, quien en su libro «Canduchos de Navidad», (año 1585), relata su estancia en Jijona, acompañando a los príncipes japoneses de Bungo, Arima y Omura, convertidos al cristianismo, que vinieron para la Coronación del Papa Sixto V, y estuvieron en Alicante, para su embarque y en Jijona, de paso para contemplar el Pantano de Tibi, anteriormente citado, y que estaba reputado como una de las obras más importantes de ingeniería en la Europa de aquel entonces. Cita Martínez Montiño en su libro, «Fue grande mi sorpresa, al ver que los señores príncipes, no solo conocían ya el turrón, sino que dijeron lo comían todos los años en sus países, a donde iban a venderlo los jijonencos». Y también dice,»Todas las casas de jijona huelen a vaho caliente de miel, porque en todas ellas se fabrica el turrón de Jijona».

En dicha época, no serían menos de 100 familias, las que salían a vender el turrón a cualquier población importante. Ya en el año 1590, en un protocolo Notarial el fedatario jijonenco March Antoni Aracil, aparece como nombre genérico la palabra «turronero» a un tal Sancho Mira, que se dedica exclusivamente a fabricar y vender turrón.

En 1607, Gaspar Escolano cita en sus décadas: «El turrón de jijona puesto en cajitas, es llevado a toda Europa como singular don».

La fabricación y venta del turrón se ha mantenido e incrementado a lo largo de estos siglos, y a partir de finales del siglo XIX con la incorporación en la industria turronera del vapor y la corriente eléctrica, se dio un gran avance en la mejora de la calidad.

El turrón de Jijona, a lo largo de los siglos y hasta nuestros días, ha sido y es un bocado delicioso digno de paladares exquisitos.

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